Ser capaz de postergar la satisfacción de los deseos, de esperar, de respetar los turnos en una fila, de sobreponerse cuando algo no resulta sin reaccionar impulsivamente, es algo que los niños pueden aprender desde pequeños. Resulta vital ayudarlos a comprender, además, que ciertas cosas están fuera de su alcance y que no todo puede darse como quieren, para que aprendan a disfrutar la vida tal y como se presenta.
Muchos padres se sienten angustiados al ver que sus hijos se desesperan cuando no consiguen lo que desean. Es en ese proceso, como señala la psicóloga Tania Donoso, donde intervienen factores biológicos, de la personalidad y del entorno familiar, que influyen en la capacidad que cada niño tiene para tolerar de mejor o peor manera la frustración.
Sin embargo, los padres deben tener claro que tolerar la frustración es una capacidad que se desarrolla con el tiempo, un proceso que se logra recién a partir aproximadamente de los seis años y luego de un entrenamiento constante.
Sin embargo, los padres deben tener claro que tolerar la frustración es una capacidad que se desarrolla con el tiempo, un proceso que se logra recién a partir aproximadamente de los seis años y luego de un entrenamiento constante.
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